Propuesta Educativa

Nuestra propuesta educativa se basa en la presencia, la sencillez, la cercanía y la ternura en el vínculo, con un enfoque educativo enmarcado en una mirada en clave de derechos. Esto implica una mirada atenta hacia el desarrollo integral de cada uno de los niños y niñas. Acompañando a las infancias de un modo respetuoso y empático, desde la singularidad.

Utilizamos la observación y el registro como herramientas potentes, las cuales nos permiten reconocer las necesidades e intereses de los niños y niñas. A partir de ellas pensamos objetos pertinentes, ambientes habilitadores y dinámicas que favorezcan el desarrollo integral: destrezas motoras, autonomía progresiva, creatividad, lenguaje, comunicación emocional, conocimiento de sí mismos, desarrollo de la empatía, entre otras. Ofreciendo de esta manera propuestas educativas que potencien sus habilidades y estimulen nuevas conquistas.

Nos encontramos en sintonía con la promoción del movimiento libre, la conexión con la naturaleza y la exploración a través de los distintos sentidos, enriqueciendo las vivencias que atraviesan en estos primeros años de vida; con la convicción de que la primera infancia resulta una de las etapas más importantes, siendo que se genera desde el nacimiento hasta los tres años, la mayor cantidad de conexiones neuronales que en un futuro serán bases del aprendizaje y del ser integral.

Reconocemos como estrategia fundamental para acompañar el desarrollo en esta etapa el establecimiento de rutinas, las cuales brindan seguridad, confianza, fluidez en las transiciones y ayuda a anticipar lo que sucederá. Entre ellas se encuentra el momento de alimentación, entendemos el mismo como otro espacio educativo donde no sólo se apunta a la incorporación de hábitos alimenticios a la rutina de niños y niñas, sino que también permite problematizar el consumo de alimentos que colaboren a potenciar el crecimiento y la salud de las personas.

Acompañamos a cada familia reconociendo la historia de vida que transitan junto a sus hijos para poder iniciar desde allí, un proceso de construcción conjunta hacia una crianza respetuosa, entendida como un discurso que sin intención de convertirse en un método o técnica (Raschkovan, 2019), sitúa al niño, niña como persona, protagonista de su desarrollo, capaz de descubrir el mundo desde sus propias experiencias, a su ritmo (Critzmann, 2019).

Con el juego como motor de aprendizaje y de transformación, caminamos cada día acompañando a las infancias y sus familias. Entendiendo que cada momento resulta valioso en sí mismo y que precisa del compromiso, la dedicación, entrega y amor de cada uno de quienes acompañamos la vida en el CAIF Pequeña Semilla.

EJES

Decidimos como Comunidad educativa del km16, generar diferentes ejes que son nuestro andamiaje, nuestra estructura y nuestro punto de partida. Estos ejes funcionan como un faro que nos ilumina y guía en nuestro quehacer cotidiano. Ejes que son transversales a cada propuesta del CAIF y que en su devenir, se entremezclan fortaleciéndose unos a otros.

CUIDADO
en clave de derechos

En la palabra CUIDADO, identificamos la potencia de nuestra tarea en la tierra sagrada del kilómetro 16, sintiéndonos convocados a acompañar, potenciar y cuidar la vida de los niños, niñas, sus familias, educadores y de todos los que conformamos la Comunidad Educativa.
Nos encontramos con esta vida que reclama ser cuidada en situaciones muchas veces extremadamente vulneradas, condicionada por el contexto empobrecido, fruto de las diversas violencias que se expresan cotidianamente. Reconocemos el lugar de protagonismo y participación de los niños, niñas y sus familias en nuestra propuesta y al mismo tiempo elegimos construir entre todos una Comunidad del Cuidado.
Nuestro proyecto tiene sentido desde la importancia de reconocer y visibilizar que Cuidar a Quienes Cuidan, además de ser un acto de amor y responsabilidad, también se relaciona con tener las herramientas necesarias para el encuentro cotidiano con el dolor de otros. Trabajar el crecimiento emocional y espiritual de quienes acompañamos estas vidas, fortalece nuestra capacidad de cuidado y de empatía. A su vez consideramos fundamental la profesionalización de saberes específicos que colaboren a que la detección e intervención de situaciones de extrema vulnerabilidad sean siempre en clave de la defensa de los derechos de los niños y niñas.
Desde el CAIF Pequeña Semilla promovemos el encuentro intencionado, amoroso y respetuoso con los niños, niñas y sus familias generando vínculos cercanos y de confianza desde la singularidad. A través de la observación y la escucha atenta; buscando juntos estrategias para acompañar de la mejor forma posible.
Como equipo de trabajo decidimos acompañar, generar estrategias de acompañamiento que den respuestas inmediatas en la prevención del daño y en la restitución del derecho. Reconociendo la importancia de respetar los tiempos de cada niño y niña, los tiempos institucionales y el compromiso de la comunidad educativa para actuar y cuidar en diferentes tipos de situaciones de la forma más coherente, integral y eficaz posible.
Siendo Comunidad del Cuidado, en el proceso de cuidar, potenciar y acompañar la vida de los niños, niñas y sus familias; entendemos de vital importancia el cuidado de nuestra “Casa común”, nuestros espacios del CAIF, los espacios del barrio y los materiales que utilizamos. Reconociendo el cuidado del contexto, el cuidado de las personas que lo disfrutamos.
Este proceso de cuidar es intencionado y nos conecta con nosotros mismos, con los otros y con el contexto. Entendemos que para ello es esencial generar herramientas que nos permitan estar atentos a la realidad, indignarnos frente al descuido y darnos la fortaleza para intervenir.
Es así que, cuidándonos, transformamos al CAIF Pequeña Semilla en nuestra casa. Lo sentimos así porque entre todos los que formamos esta comunidad del cuidado: estamos atentos a los demás, vamos juntos, nos acompañamos, nos comunicamos cuando estamos mal o cuando dejamos de participar de una propuesta, nos encontramos en las casas de los niños, niñas y el barrio, curamos a alguien si se lastima, compartimos la comida, jugamos, nos decimos cuando nos equivocamos, nos prestamos ropa, un abrigo.

EDUCACIÓN

La educación es nuestra herramienta primordial para el logro de los objetivos que nos proponemos. Confiamos en esta, como transformadora y liberadora en la vida de todos los seres humanos.

Todos nuestros actos, desde el más concreto, hasta el más genérico; elegimos que sea un acto educativo, con una intencionalidad clara, explícita y consciente. Respetando y potenciando siempre el desarrollo integral de los niños y niñas, acompañando respetuosamente a las familias en este proceso.
Buscamos recrear las propuestas, no dejándonos atrapar por la rutina, animándonos a imaginar y soñar; teniendo como objetivo acompañar la dinámica creadora de la vida. Para ello dedicamos tiempo a pensar, reflexionar y cuestionar nuestras prácticas educativas, con el fin de que nos dé luz en este camino.
Entendemos que cada niño y niña es protagonista en sus procesos, y que nada de esto es lineal.

Nuestro quehacer intencionado desde la empatía y el cuidado buscan reconocer en lo cotidiano, intereses y necesidades para poder desde allí generar nuestra propuesta educativa con la posibilidad de transformarla y revisar constantemente. Somos respetuosos de los procesos evolutivos e impulsamos en cada acción consciente el desarrollo de la autonomía progresiva. Este enfoque implica no sólo el esfuerzo constante de revisión de nuestras prácticas educativas, sino también el acompañamiento cercano a las familias, incentivando el respeto como base en sus crianzas. El concepto de Crianza Respetuosa se coloca entonces como motor que impulsa nuestras acciones y lente que permite observar la realidad. Tomando los postulados de Raschkovan (2019) y Critzmann (2019) la Crianza Respetuosa constituye un discurso donde confluyen diferentes formas de criar basadas en el respeto recíproco, observando a las infancias como protagonistas de su desarrollo, acompañadas por adultos que reconocen sus limitaciones y potencialidades para criar y cuidar, donde prima el respeto ante el miedo, como profesan las prácticas tradicionales de crianza.
La educación en el CAIF Pequeña Semilla busca fortalecer el desarrollo integral, teniendo a los niños y niñas como centro de nuestras intervenciones, creyéndolos capaces de crear, investigar, transformar y moverse libremente por los espacios, siendo consciente que están conociendo el mundo, con todo lo que esto implica. Asumimos un estilo educativo basado en la sencillez, la presencia, la cercanía y la ternura en el vínculo.

INTERIORIDAD

Comprendemos que la espiritualidad es una dimensión inherente a todos los seres humanos y que no existe una única forma o expresión para vivirla y celebrarla. Reconocemos la riqueza que existe en las grandes tradiciones sagradas, como en aquellas nuevas formas de espiritualidad que surgen en este tiempo y que buscan conectar a los seres humanos con lo más hondo y genuino de su ser, abriéndose a lo trascendental.

Vemos en el trabajo vivencial de la espiritualidad una enorme potencialidad que muchas veces va a “contramano” de los tiempos y modos que nos invita el sistema y el contexto.
Nos proponemos cultivar habilidades que nos permitan una mayor sensibilidad para descubrir y potenciar nuestra espiritualidad. Frenar, respirar, sentir, conectar con lo esencial, con lo íntimo, narrarnos, resignificar, celebrar y disfrutar de lo sencillo. Buscando, en cada proceso individual y comunitario, invitar a vivir experiencias fundantes y sagradas, abriendo nuestros sentidos para reconocer también lo sagrado y fundante en lo cotidiano; desde el respeto, la escucha y la complicidad. Somos conscientes que la espiritualidad es inabarcable por completo y que, por lo
tanto, las formas de acercarnos a ella deben ser especialmente diversas. Buscamos intencionadamente a través del arte, del trabajo en la tierra, de la música, la literatura, la contemplación; conectar con nuestros sueños, miedos, sentimientos, historia, creencias, experiencias emotivas, heridas, motivaciones profundas y vínculos.
Propiciamos espacios de encuentro con uno mismo y comunitarios, conectando con nuestros sentires, valorando la fuerza de la vida; trabajando en el cotidiano para que esta dimensión nutra y transversalice cada propuesta.

COMUNIDAD

La comunidad es nuestra forma de comprender y vivir la grupalidad, es parte de nuestra esencia. Como seres humanos, maristas y cristianos, hemos aprendido que la mejor forma de caminar es como hermanos y hermanas.

Buscamos que todos los que formemos parte del CAIF Pequeña Semilla puedan recorrer un proceso en el que se vivencien y aprecien rasgos comunitarios y puedan, eventualmente, sentirse parte activa de esta comunidad. Para eso, nos encontramos de forma sencilla y genuina desde la vida compartida, reconociendo distintos roles y valorando especialmente la horizontalidad en el encuentro, en el que siempre tenemos la oportunidad de disfrutar y aprender.

Confiamos en que siendo comunidad podemos acompañar, cuidar y potenciar la vida de todos y todas con un mayor grado de integralidad y calidad, aportando y al mismo tiempo aprendiendo del otro.

Al trabajar desde la vida y para la vida, somos conscientes de lo complejo e inabarcable de la misma; por eso, entre todos decidimos hacia donde caminar y cómo hacerlo, dónde colocar nuestras fuerzas, que son limitadas, confiados siempre en que la única forma de llegar es juntos, respetando los procesos personales, de cada niño, niña, familia y equipo de educadores.

Nos esforzamos cotidianamente por ser un CAIF de “puertas abiertas”, en el que todo el que llegue tenga un lugar en la mesa para compartir la vida. Responsablemente y a conciencia el acompañamiento que podemos dar es distinto en cada persona, grupo o dimensión; trabajando en red para sumar a otros en esta responsabilidad y reconociendo nuestros límites.

Una comunidad que respete las responsabilidades laborales y con el cuidado a cada uno, invite a ir un poco más; a poner el cuerpo, el alma y la propia vida en juego. Sintiendo que, si queremos acompañar y cuidar la vida en el sentido más profundo, la forma de hacerlo es abriéndonos también a ser acompañados y cuidados.

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